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¡Escándalo en Rusia! Este jueves, la justicia rusa ha dictado pena de dieciséis años de prisión para el fotógrafo Grigori Skvortsov, un nativo de Perm, acusado de “traición” solo por querer compartir información que debería ser de acceso público. Este hombre, de 35 años, cometió el grave error de enviar documentos históricos a una periodista estadounidense, incluyendo fotos de file de su libro ‘Secretos de Bunkers Soviéticos: Fortificaciones Urbanas de 1930-1960’, que realizó con material desclasificado. Esta es la nueva realidad bajo un régimen que teme la verdad y es capaz de aplastar a cualquiera que se atreva a cuestionarlo.
Una Persecución Ridícula
La obra de Dmitri Yurkov, el autor del libro, fue publicada en 2021 con total normalidad y fue incluso anunciada en la estatal ‘Rosiskaya Gazeta’. ¿Por qué dos años después se convierte en un delito? ¡Es evidente que esto es un ataque a la libertad de expresión! Skvortsov, al ser arrestado, afirmó que simplemente intentaba compartir información con el público y no tenía malas intenciones. Pero en este entorno, la justicia es solo un juguete en manos de quienes buscan controlar la narrativa.
“El caso es absurdo, el libro está a la venta en Rusia” – Yevgeni Smirnov, de ‘Pervi Otdel’
Desde 2022, tras la invasión de Ucrania, Rusia ha endurecido la aplicación de leyes y la persecución de disidentes. Según Pervi Otdel, la FSB parece más interesada en encubrir su propia incompetencia—en lugar de abordar los hechos—y están utilizando a Skvortsov como un ejemplo para el resto. Yurkov, el autor del libro, sigue trabajando con fuentes de información pública, pero el estado ya no parece importar la verdad.
Una Ola de Represión
Desde 1997, la ley de ‘traición’ ha dictado sentencias contra más de mil personas, con un abrumador número de condenas—792 desde febrero de 2022. Esto es solo el comienzo, ya que estamos viendo juicios por ‘traición’ en al menos 65 de las 89 regiones de Rusia. Numerosos inocentes están tras las rejas mientras el régimen intenta silenciar voces críticas.
Un caso paralelo que también nos llama la atención es el de Iván Safronov, un periodista que tuvo la osadía de compartir información que, a su juicio, era de acceso público. Pero este acto lo llevó a ser condenado a 22 años de prisión por ‘alta traición’, mientras su abogado clama que la acusación misma no está definida en el Código Penal ruso. ¿Hasta qué punto llegarán para proteger sus secretos?
Lo más trágico es que Safronov no es solo un simple periodista: su padre también trabajó en el sector, y su trágica muerte en extrañas circunstancias en 2007 plantea más preguntas que respuestas. ¡Qué triste es ver la historia repitiéndose en una nación donde el debato y la libertad son cada vez más íconos del pasado!
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